CRÓNICAS
DEL MAGO 3
por Luis García
(flecha metafórica hacia el futuro)
por Luis García
(flecha metafórica hacia el futuro)
HOMENAJE A TORO SENTADO
“¿Cómo
podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea
nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del
centelleo del agua».
"Sólo
cuando el último árbol esté muerto, el último
río
envenenado, y el último pez atrapado, nos
daremos
cuenta de que el dinero no se puede comer."
Ya
no es la niebla con la que Afrodita protegió a Paris de la furia de
Menelao.
Es
el propio vestido de la diosa con el que salvó a su hijo Eneas, el
que me hace invisible.
Reflexionando
un poco, se trata de un hecho gracias al cual esta realidad existe.
Si
Diomedes no hubiera tropezado con el vestido de la diosa, Eneas no
habría podido conducir la expedición que tras la caída de Troya
fundó la ciudad de Roma, germen del imperio en cuya sociedad de
esclavos triunfó el cristianismo, no para convertirlos en hombres
libres sino en siervos de sus sucesivos señores y eternos pecadores
necesitados de arrepentimiento y perdón.
Y
así estamos ahora, esperando la ciudad nueva “que
descenderá del cielo, ataviada como una esposa para su marido”
(Apo XXI, 2) en la que “no
habrá ya muerte ni llanto ni gritos ni dolor porque el mundo viejo
habrá pasado”
(Apo XXI, 4) y donde “no
habrá máss noche, ni necesidad de luz de lámparas ni de luz de sol
porque el Espíritu los alumbrará”
(Apo XXII, 5).
Mientras,
los movimientos ultra racionalistas asociados al neoliberalismo, como
la neurociencia, se encargan de sostener con su ideología
positivista el régimen mundial que busca convertirnos a todos en
esclavos felices a su servicio, con un pensamiento ya pensado que no
se cuestione nada de lo que ocurre:
Miles
de muertos y miles de detenidos por el ejército golpista en Egipto
mientras las “supuestas” democracias a duras penas disimulan su
satisfacción, ataques químicos en Siria en una guerra que a todos
les viene bien, vertidos masivos de agua radioactiva al mar en
Fukushima, el cáncer de la corrupción aflorando en todos los
niveles… pero tranquilos, aquí no pasa nada, y además, “cuanto
menos te enteres más disfrutarás".
Sumido
en estas reflexiones estaba cuando apareció Uxío con una copia de
las dos primeras crónicas del mago, un lector normal de mis libros
de magia que los profesionales no entienden, unos porque no pueden y
otros porque no quieren.
Uxío,
que en esta realidad no puede andar, tiene la convicción que en una
vida anterior fue el gran jefe “Toro Sentado” (Tatanka Iyotanka,
el Búfalo que se Sienta), un líder espiritual y estratega militar
que consiguió
la alianza de varios jefes sioux y cheyenes,
tras la profanación por los blancos de las Colinas Negras, las
tierras sagradas donde descansaban sus antepasados.
Los
indios se encontraban reunidos en un gigantesco campamento en Little
Big Horn, cuando, el 25 de junio de 1876, fueron atacados por el
séptimo regimiento de caballería al mando del general Custer.
Comandados por
Toro Sentado, respondieron con tanta energía como ferocidad, y tras
aislar a las diversas unidades de caballería, las aniquilaron.
Victoria
efímera de un gran guerrero porque el genocidio del pueblo indio ya
estaba decidido y se consumaba poco después.
Estos
son los pueblos primitivos que la ideología racionalista considera
inferiores en ese delirio en el que la corrupta civilización del
dios Dinero está puesta en la cima de la evolución, cuando la
realidad es que representa lo mas hondo de la degradación humana.
"Sólo
cuando el último árbol esté muerto, el último
río
envenenado, y el último pez atrapado, nos
daremos
cuenta de que el dinero no se puede comer."
(Toro
Sentado)
Toda
la civilización occidental está construida sobre un enorme
basurero, y toda su opulencia, basada en el expolio de los “pueblos
primitivos”, se derrumbará sobre él.
………………………………………………………
Cuando Rosalía se despide de su tierra, lo hace en primer lugar de
los dos ríos de Santiago:
“adiós,
Sar e Sarela, cubertos de enramada”
y
vuelven a ser los dos ríos su primera
referencia en un hipotético regreso
“Cando
volver, se volvo, todo estará onde estaba;
os
mesmos montes negros i as mesmas alboradas,
do
Sar e do Sarela mirándose nas augas”
El fervor institucional hacia la figura de Rosalía pensé que se
traduciría en un respeto hacia sus ríos míticos, como en Salamanca
lo tienen hacia el Tormes, convertido en un enorme parque a lo largo
de toda la ciudad.
Nada más lejos de la realidad.
Fue inútil intentar localizar el nacimiento del Sar en las colinas
de San Marcos, donde se encuentra el Monte do Gozo, reclamo
propagandístico para peregrinos ignorantes que a día de hoy es ya
una ruina.
Fue inútil intentar seguir el cauce desde el estadio de San Lázaro
hasta la aldea del Viso, en esa extensa zona muerta entre la
autopista, el ferrocarril y la avenida de circunvalación. Una vieja
carretera abandonada acaba en un camino que da al cauce y ya no se
puede seguir, a no ser entrando al río, todo lleno de basura y
desolación.
Fue inútil intentar llegar hasta la Colegiata de Sar desde el
Multiusos siguiendo el curso del río, que aquí discurre entre la
Ciudad de la Cultura, engendro impensable para Rosalía y Belvis,
“para
min sempre o das fondas lembranzas”.
Pero
el mie 21 Ago, en homenaje a Uxío, decidí hacer ese tramo
imposible. Hacer algo imposible, por definición, es hacer una magia,
que sin duda Uxío sabrá apreciar.
Llegué
al aparcamiento del gimnasio una hora antes de mis clases de
entrenamiento con Eloy. Me descalcé, única forma de conseguir el
objetivo, y me llevé la cámara para definir los lugares y
recorrerlos posteriormente con mi amigo:
Del
aparcamiento parte una estrecha carretera (Lugar 2)
flanqueda por una frondosa vegetación, que bordea un prado (Lugar 3)
en el que pacen tranquilamente dos vacas y cuyo extremo linda con el
cauce del río Sar.
La carretera cruza el río por un puente (Lugar4) que da a una
pequeña aldea (Lugar 5) y después sigue hasta un túnel peatonal
que cruza el Ferrocarril de la Muerte y la avenida de circunvalación
de la ciudad, saliendo a los muros de Belvís.
En
este puente sobre el río Sar, huele fatal porque, aunque parezca
increíble, hay un vertedero de las aguas residuales de la aldea que
va directamente al río. Pero tranquilos. Más grave es el que da al
rio Corvo, entre el Parque de la Música y el de Vista Alegre, en
plena ciudad, a cinco minutos de la Catedral, y aquí no pasa nada.
De
Puente Sucio parte un camino “ruleiro”
(Lugar
6) por la margen derecha rio abajo, entre el cauce y las fincas
particulares de Aldea Fea. Cuando la enramada se abre a la derecha se
pueden ver las torres de Belvís, rodeadas de bosques, por encima
del Ferrocarril de la Muerte, todo un símbolo del disparate, de la
soberbia y del dinero fácil, que no se gasta en donde hace falta y
se disipa en corrupciones varias. Ahora empieza a saberse lo que
muchos sabíamos desde el principio. La culpa no fue solo del pobre
maquinista, una víctima más de un trazado nefasto.
La tupida enramada no permite ver el monte del lado izquierdo, en cuya cima se elevan los edificios de la Ciudad de la Cultura, un complejo que ya es una ruina antes de acabar su construcción, como esas urbanizaciones fantasma que quedaron a medio construir testigos mudos de una locura cuyas consecuencias todavía no somos capaces de imaginar.
Suena
el agua de fuentes laterales y la enramada se espesa (Lugar 7). Este
camino curvilíneo es encantador, las yedras cubren el tronco de los
árboles, el camino se abre, hay un prado y unos metros después…
se acaba el camino. Habría que usar un machete para abrirse paso.
Poco
antes del prado final hay un desvío a la izquierda que da
directamente al cauce (Lugar 8). La única opción para seguir
avanzando es meterse dentro.
Las
enramadas a ambos lados del río se cierran formando un túnel
impenetrable, fuera del tiempo y de toda referencia exterior. Hace
mil años estaba así y dentro de mil años, si la humanidad
sobrevive, seguirá así, cubierto de enramadas impenetrables.
Hay
que avanzar con cuidado porque el cauce es pedregoso y muy irregular
(Lugar 9). Al cabo de un rato aparece como una luz lejana al fondo,
anunciando la salida del túnel.
Hay unas rocas en la margen izquierda (Lugar 10) que permiten avanzar fuera del cauce, más cómodamente. La luz del final del túnel se hace más intensa. Suenan las campanas de la colegiata de Sar ya muy cerca. Es el momento de regresar.
Hoy
no es el momento de emerger del río como un fantasma ante los
asombrados viandantes. No quiero perderme mi entrenamiento.
…………………………………………………
Al comienzo del próximo milenio, el Espíritu al que se refiere Toro Sentado habrá triunfado, como todos los textos sagrados profetizan, desde el Apocalipsis a la Völuspa nórdica:
veo ahora la tierra de nuevo
alzarse toda verde otra vez de entre las
olas
Caen las cataratas y vuela el águila
que apresa el pez entre los escollos
(Völuspa, 59)
Tal
vez las águilas moteadas sobrevuelen las ruinas de la Ciudad de la
Cultura
y
cacen los peces que ahora mueren envenenados en las aguas sucias del
Sar.
Seguirán
las torres de la Catedral “ollando
as lontananzas”
pero será un monumento en memoria de los dioses muertos, los dioses
de la Guerra (para los amos) y de la Sumisión (para los siervos),
que el Nuevo Espíritu habrá desterrado para siempre.
El
Sar y el Sarela unidos en un parque natural único, bordearán la
ciudad antigua convertida en museo, centro de peregrinación cultural
de un país libre, la nosa
Galiza,
donde el concepto racionalista de Nación será solo un triste
recuerdo del remoto pasado.
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