En una de las últimas conferencias, estaba realizando uno de los juegos que más gustan por su gran efecto y simplicidad de método, Contracasual (publicado en Cartoilusionismo y de próxima aparición en Enfilo.com).
Su charla, que incluso algunos han parodiado, versa sobre las extrañas casualidades que nos suelen ocurrir en la vida, como que pienses en alguien e inmediatamente suene el teléfono y sea él, o que te acuerdes también de alguien que llevabas años sin ver y te lo encuentres doblando la esquina... Opinamos que estas no son casualidades, sino causalidades, que todo está enlazado de algún modo o se va enlazando (ya que algunos son tan extrañas que escapan a todo análisis lógico o matemático, incluso teniendo en cuenta cosas como la percepción extrasensorial, para los estudiosos del tema).
Pues durante la explicación del juego, nos hicieron una curiosa observación. Que realmente estos hechos no son tan "especiales". Según John Allen Paulos explica en su libro El hombre anumérico, esta serie de sucesos suceden tan a menudo y a tanta gente que estadísticamente no es extraño que sucedan. Lo extraño sería que no les suceda a alguien.
Y con estadística y cálculos en mano, intenta demostrar, algunas cosas coherentemente, como que la gran mayoría hemos abandonado la mentalidad matemática en detrimento nuestro, y otras cosas como la inexistencia de ovnis, simplemente caculando distancia y probabilidades de vida en otros planetas.
A pesar de este escepticismo absolutista del autor y de que considero la lectura del libro interesante, yo lo veo de forma contraria. Precisamente el hecho de que existan tantas casualidades extrañas y sucedan de forma tan común, demuestra que realmente existen. No dejan de ser extrañas porque haya "muchas", sino por la naturaleza del fenómeno que es lo que nos interesa, y es esta la que es inexplicable.
Igualmente se podría decir sobre la existencia de vida en otros planetas, por ejemplo. Si es matemáticamente imposible (aunque solo con nuestras matemáticas y ciencia), los viajes de otros planetas habitados al nuestro, esto demostraría que ese fenómeno debiera proceder de otros sitios, y la naturaleza de su origen es más misteriosa aún (porque existir, se lo que sea, existe, según los miles de testigos; ahora, lo que sea esta manifestación daimónica, ya es otra historia...).
Incluso, y yendo más allá, se podría decir que este "escepticismo matemático" llega a apoyar la existencia de las causalidades, sincronicidades y la Realidad Mágica... ¿o es ya ir mucho más allá?
Seguimos trabajando. Saludos.
Discrepo un poco en tu impresión: cuando en ocasiones Paulos dice que ciertos hechos *no* son tan especiales, lleva toda la razón.
ResponderEliminarLo que ocurre es que tenemos un problema de PERCEPCIÓN numérica, y es nuestra falta de familiaridad con los números la que nos provoca la IMPRESIÓN de que son extraordinarios.
Un ejemplo muy claro: estamos en una reunión de 50 personas, y nos apostamos algo a que al menos dos de ellas celebran el cumpleaños el mismo día. Quizá haya gente que no arriesgue en la apuesta, pero ganaríamos en 97 de cada 100 ocasiones (solo hay que hacer algunas cuentas). Es más, si después de cenar solo quedan 23 personas, aún seguimos teniendo algo más del 50% de probabilidades de ganar.
Respecto de la existencia de vida en otros planetas, más de lo mismo, con la cantidad de miles de millones de galaxias, con sus miles de millones de estrellas y planetas asociados, lo raro sería que estuviéramos solos.
Ya puestos, respecto de la vida en la misma tierra ocurre lo mismo, ¿cuántas casualidades se han debido dar desde el origen del universo para llegar hasta ahora? Para empezar, que papá encontrara a mamá, los abuelos a las abuelas, . . . y así hasta las primeras moléculas orgánicas.
En este punto resulta interesante consultar información acerca del principio antrópico (que no entrópico). Hay algunas ideas interesantes para la metáfora.
Lo que habría que matizar sería también lo de los miles de "testigos" de apariciones de ovnis. Desgraciadamente, ninguno se sostiene. Y es una peña, porque sería divertido, la verdad...
ResponderEliminarSería como creer que Uri Geller tenía el poder que tenía y que conseguía arreglar todos esos relojes a distancia. Testigos había miles, pero Uri Geller seguía siendo un fraude.